Cada vez las casas son más pequeñas y decorarlas se convierte en un gran reto para los arquitectos e interioristas. Hoy repasamos tres viviendas de menos de 50 m2 que nos sorprenden: pequeños espacios convertidos en grandes hogares donde los profesionales han sabido exprimirle todo el zumo al diseño.
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Arquitectura en miniatura fuera de la ciudad
Esta pequeña casa prefabricada, situada en la sierra madrileña, tiene tan solo 34 m2 de superficie. Gracias a sus grandes ventanales que dan al exterior y su meticuloso diseño que se mimetiza con el entorno se convierte en un lugar perfecto para desconectar de la urbe.
Está construida con un sistema modular y la fachada mezcla vidrio con acero. El interior es de madera natural de abedul, y transmite una sensación acogedora de bienestar. Su gran luminosidad permite que el espacio reducido sea diáfano. Tiene todos los elementos esenciales para el día a día: cocina equipada, baño completo, y salón abierto. Una pequeña vivienda con mucho encanto, que sus pequeñas dimensiones no son un impedimento.
Espacio transformable en 45 m2
Este apartamento cuenta con una superficie de 45 m2. El reto ha sido aprovechar al máximo el espacio disponible y generar la mejor distribución para que sea flexible y transformable.
Se organiza de tal manera que la parte húmeda, cocina y baño quedan separados del resto. El dormitorio está pensado como un espacio para diferentes usos – ocio, descanso y trabajo – gracias a su cama abatible. Dos paneles móviles permiten variar las estancias, dividir o sumar espacios para los distintos usos. Este concepto da versatilidad y genera diferentes visuales en un área tan pequeña.
Se han elegido materiales sencillos para minimizar el ruido visual. La madera de abeto es el material principal, y el microcemento gris claro se ha usado para la cocina y el baño. Los paneles móviles son de madera y policarbonato. Algunos elementos originales de la vivienda, como los ladrillos vistos, vigas de madera y las carpinterías de las ventanas, se han conservado para sumar un valor añadido.
Una habitación mirando al mar
En una ubicación privilegiada encontramos este piso de 50 m2. El diseño de este espacio se centra en una planta ‘limpia’ sin ningún elemento divisorio fijo. El punto focal es la vista al mar, sin límite visual que distraiga al espectador. Los tabiques originales de la vivienda se han reemplazado por cortinas, un elemento divisorio muy ligero que le dan muchas posibilidades de transformación a estos escasos metros.
El apartamento consta de dos habitaciones, salón-zona de estar, comedor–cocina, una terraza exterior y un mirador interior. El juego con los tonos blancos, grises y azules claros crea una sensación relajante que potencia el contraste dentro-fuera. Esta vivienda crea una magia especial al fusionarse con las vistas del entorno que lo rodea.
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